Qué coño sé yo
Lo fácil que es decir, y pensar: debería estar allí donde me traten bien. ¿No?
Pues no. Se queda en la frase, en
la imagen de la peli donde te hacen creer que eso es un buen trato.
Pero ¿qué coño sé yo? Dónde está
el guión del buen trato, donde ir a revisar si cada acto ha sido “bueno”.
Eso no nos vale, no hay que estar
“donde se nos trate bien” porque no sabemos cómo nos gusta ser tratados, todo
cambia, hasta eso.
Que si se acaba el vaso, te lo
rellenen. Que si tienes sed, te la quiten, no sé. Que si tienes frío te
calienten y sepan refrescar el verano. Que te hagan reír, o no, o que te
abracen y te consigan reventar las ganas de llorar. Entonces ¿qué?
Un jarro de agua fría, incluso,
yo qué sé, un puto hielo lanzado al vacío, donde encuentres tu independencia. A
veces un poco más arropada, con algo tan suave como… la piel, puede ser. Pero
no, eso no es.
No es nada de eso, hay que estar
donde tengas lo que quieres, sí, así de humano. Allí donde veas la luz del
color que querías, donde la risa acabe cuando necesites respirar, y ese aire
sea el justo como para sentirlo puro, pero que no lo sea.
Hay que estar donde quieras estar, pero no sabemos donde coño estamos porque vemos pelis donde hay chavales con chupa y moto, y cuando aparece: vomitamos tanta falsedad que se te quita el apetito de todo. Vemos en las redes chicas que tienen el culo tan duro que al encontrarla: tiene más barreras que dureza, tanto que se rompe con el roce de un beso.
Al final, todos salimos corriendo porque estamos buscando un sitio que no existe. Y la verdad, descansar de esa velocidad un rato no está nada mal.
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