03-01-2020
Gracias por encontrar en mí estas
palabras y permitir que las escriba. Perdóname si no he encontrado la manera de
parar el tiempo, aunque en realidad tú tengas más valentía que yo para dormirte
sin miedo a que el día siguiente no esté a la altura. Fíjate en lo pequeña que
me hago a veces cuando el mundo empieza a crecer sin control. Siempre me empeño
en ser capaz de comerme el mundo, pero a veces se me viene encima y me quedo
mirándolo sin poder hacer nada. Menos mal que eres tú quien me hace sentir esto
sin que me duela. Menos mal que nunca te vas y puedo seguir mirándote, dejando
pasar las horas como si realmente hubiera sido capaz de parar el tiempo.
Gracias por enseñarme que todo
merece la pena si hay un sueño de por medio y que no parezca imposible
conseguirlo. Perdóname si te desgasto el cuerpo a caricias, pero tengo que cortar
el paso del aire entre lo que veo y mi vista para creerme que te tengo al lado
siempre que te necesito. Permíteme que de vez en cuando me ablande más de la cuenta,
pero me dejas sin fuerzas para buscar algo que no seas tú. Menos mal que siempre
te acabo encontrando, menos mal que te encuentro buscándome, menos mal que te
dejas encontrar. Porque siempre damos los mismos pasos y eso fue lo que nos
hizo caminar juntos. Uno detrás del otro como si fuera un viaje interminable
con rumbo, pero sin destino. El rumbo, nosotros. El destino está demasiado
lejos, y por esto también, menos mal.
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